El barco

Tras una aparatosa tormenta, han dejado de funcionar todos los sistemas de navegación. Es como si no hubiese nadie al otro lado, como si el mundo, tal y como lo conocíamos hasta ahora, hubiera desaparecido. La puesta en funcionamiento del acelerador de partículas ha fallado, provocando un nuevo Big Bang. Lo que parecía sólo una amenaza catastrofista se ha hecho realidad.

De la Cuadra no comprende por qué no hay tierra donde las cartas marítimas sitúan continentes enteros. Julia rastrea las ondas de radio en busca de algún superviviente. Por su parte, el capitán, tiene claro que Julia sabe más de lo que parece. Lo más preocupante, está en el agua. Algo ha picado a Vilma en la pierna.

El Capitán intenta mantener la rutina en el barco, pero todo se complica cuando un avión de pasajeros se estrella contra el agua y hay que recuperar las cajas negras. Vilma tiene problemas en su embarazo y necesitaría ir a un hospital. Cuando Palomares se entera de que el Capitán decidió no ir a puerto y, por tanto, no llevarla al médico, monta en cólera.

Julia intenta transmitir algo de esperanza: según sus cálculos, tiene que haber tierra en algún sitio. Mientras hacen un inventario de todo lo que hay en el barco, encuentran una caja del Ministerio que la doctora no tiene apuntada en su lista. Al abrirla se encuentran con una pequeña caja metálica con un contador, un cronómetro que está marcando una cuenta atrás.

Más de 40.000 aves agotadas y hambrientas se dirigen hacia el barco. Burbuja cree que todo es culpa suya. Encontró un pequeño gorrión que se había caído del nido y está claro que sus padres, furiosos, han acudido en su rescate. De la Cuadra reprocha al capitán el comportamiento de Ainhoa, de escarceos amorosos por el barco sin que su padre le diga nada.

El hambre hace mella en el carácter y la paciencia de alumnos y profesores y las protestas no tardan en llegar. Gamboa aprovechará la oportunidad para proponer unas elecciones. Un enorme remolino les arrastra a toda velocidad.

Gamboa ha sorprendido a un alumno robando comida y, tras un forcejeo entre ambos, el chico ha resultado herido. Para curarle adecuadamente sería necesario utilizar el 70% de las reservas de cortisona de la enfermería del barco. Son las 9 de la mañana y algo no cuadra: no entra luz por las ventanas, sólo hay oscuridad, no ha amanecido.

Mientras Piti, Ramiro y Palomares realizaban su turno de pesca, algo ha tirado con tanta agresividad del sedal que ha arrastrado a Piti por toda la cubierta. Según el sónar, se trata de un animal de más de 30 metros. “Queda una isla en pie y tiene por lo menos 3.000 hectáreas”.

Tras una intensa búsqueda, De la Cuadra y el Capitán han conseguido encontrar de nuevo el barco. Enseguida notarán que algo no va bien en el pequeño yate de recreo. La bandera está izada al revés –la señal náutica de petición de auxilio- . Burbuja se ha dado un fuerte golpe en la cabeza que ha traído consigo viejos recuerdos.

Burbuja divisa una espesa niebla. Son muchas las cosas que no cuadran: ha aparecido de repente, no trae consigo humedad y devuelve el eco, como si se tratara de una pared. El capitán terminará de convencerse de que algo raro sucede cuando su hija Ainhoa caiga inconsciente en sus brazos.

Gamboa continúa desaparecido y todos le dan por muerto. La temperatura en el barco no para de subir y el calor empieza a hacerse insoportable para la tripulación. Tanto calor no tendría lógica ni estando en el trópico, pero no es lo único extraño que está sucediendo.

Burbuja ha encontrado un viejo diario. Se trata del cuaderno de bitácora del primer capitán que tuvo el Estrella Polar, en el que narra la llegada de un extraño pasajero que guardaba consigo un peligroso secreto. A raíz de este hallazgo, descubrirán que el barco no tiene 30 camarotes como viene en los mapas, sino 31.

Esperando un milagro, todos los móviles comienzan a sonar indicando unas coordenadas. El Estrella Polar acude al radar, pero allí no hay nada. Más tarde, El Barco recibe una llamada por el teléfono satélite donde un hombre le solicita su ayuda al capitán Montero porque sólo les queda cuatro horas de vida.