La ley y el orden

En este episodio arrancado de los titulares, Briscoe (Jerry Orbach) y Curtis (Benjamin Bratt) investigan el secuestro y asesinato de una joven madre que deja detrás un esposo y cuatro hijos pequeños.

El descubrimiento de una mujer muerta y desnuda en un ascensor de un rascacielos embarca a Briscoe y a Curtis en un caso clásico con un misterioso culpable.

El asesinato de un alumno universitario negro lleva a Briscoe y a Curtis hasta la puerta de una chica "decente" italiana que asegura que jamás se relacionaría con un hombre negro.

El robo y asesinato de un anticuario y vendedor de monedas lleva a los detectives hasta otro vendedor de monedas. Contando solo con pruebas circunstanciales, Ross y McCoy investigan más a fondo las monedas robadas, rastreándolas hasta otro cliente de la víctima.

Un compañero detective asegura que le disparó a un supuesto traficante de drogas en defensa propia, pero ninguno de sus compañeros puede corroborar su versión de lo ocurrido. Cuando los detectives investigan el caso más a fondo, empiezan a recibir amenazas del detective acusado y la fiscal Ross (Carey Lowell) ordena que sea arrestado.

La muerte a tiros de un simpático conserje no deja pruebas visibles ni un móvil. La única peculiaridad del asesinato es que el asesino usó balas caseras con la punta bañada en mercurio, lo cual lleva a los detectives a pedir ayuda a un viejo delincuente.

El asesinato de un vendedor de autos revela que era un padre incumplidor, pero ¿los responsables de su muerte son su exesposa o su exsuegro?

El asesinato del presidente de la tienda por departamentos más popular (y cara) de Nueva York lleva a Briscoe y a Curtis hasta las dos hijas enemistadas del anciano dueño de la tienda, en esta versión moderna de 'El rey Lear' .

El asesinato de un líder de la comunidad negra está ligado a un crimen de hace dos años. Briscoe y Curtis chocan con el FBI durante la investigación en la que se ve implicado un informante del FBI.

La investigación de un tiroteo aparentemente sin razón lleva a Briscoe y a Curtis hasta un asesino a sueldo descarado y despiadado, y la única forma de capturarlo es con Briscoe haciéndose pasar por un competidor suyo.

Un supuesto suicidio resulta ser un asesinato cuando Briscoe y Curtis investigan la muerte de una mujer que saltó desde un puente para huir de un agresor enloquecido con el que había tenido un accidente de tráfico. Incapaces de conseguir una condena, McCoy y Ross investigan más a fondo y descubren que el accidente tal vez no fuera un accidente fortuito después de todo.

Oferta de trabajo

Pasión desatada

Sara torturada

En la primera parte de esta trilogía de "La ley y el orden", Curtis y Briscoe encuentran el cadáver de una mujer, que además tiene las manos y los pies cortados. Cuando por fin es identificada como la presidenta de un importante estudio de cine, los detectives viajan a Los Ángeles para interrogar a un entrenador personal de las estrellas, que no solo se limita a hacer pesas con sus clientas.

Liberan a Sara

Muerte por encargo

McCoy (Sam Waterston) declara en la audiencia de libertad condicional de un violador en serie convicto y se pone furioso cuando el violador, Lewis Darnell (estrella invitada Burt Young), sale en libertad después de cumplir solo 18 años de una condena de 30 años.

Cuando un atraco a una tienda de licores sale mal, un agente de policía fuera de servicio se encuentra en el fuego cruzado.

Un hombre aparece asesinado de un disparo justo después de recibir ayuda para cambiar una rueda de su auto. Briscoe y Curtis encuentran al "buen samaritano", un sospechoso muy trabajador al que arrestan unos minutos antes de casarse.

Salvados

La investigación del asesinato de una antigua modelo de portada lleva a los detectives Briscoe (Jerry Orbach) y Curtis (Benjamin Bratt) a sacar a la luz viejos secretos que la fallecida intentaba ocultar desesperadamente.

La investigación de un tiroteo en una elegante gala benéfica parece conducir hasta unos fanáticos antisemitas, pero Briscoe (Jerry Orbach) y Curtis (Benjamin Bratt) se dan cuenta de que los asesinatos son de carácter mucho más personal.