Aquí no hay quien viva

Mauri y Bea se preparan para bautizar a su hijo sin que los vecinos se enteren, pero eso es algo imposible...

El colegio de Juan cierra y se queda en el paro. Nieves le ofrece montar una academia en el segundo B para ayudarle. Por otro lado, Belén ha decidido dar un vuelco en su vida y recurre a una agencia matrimonial.

Carlos compra el videoclub y asiste a su primera junta de vecinos como propietario, una junta en la que se descubre que nadie conoce los estatutos. Andrés, como presidente, les obliga a leérselos.

Carlos comienza con éxito su mandato de presidente de la comunidad introduciendo grandes mejoras, Juan se queda sin alumnos en la academia y tiene que recurrir a Mariano que le consigue unas prostitutas.

Emilio decide buscar a su verdadero padre. Por otro lado, comienzan los juicios de divorcio. De un lado está el de Isabel y Andrés, y de otro, el de Juan y Paloma.

Carlos, debido a la baja rentabilidad del videoclub, decide convertirlo en un espacio multifuncional y monta un bar de copas nocturno. Juan descubre un trapicheo de pastillas en la puerta y tiene un problema con un camello.

Juan se ofrece voluntario para ser cobaya de unos laboratorios y prueba una píldora para el crecimiento del cabello. Isabel escucha una conversación en el hospital y cree que Juan se va a morir en pocos días.

Lucía y Belén consiguen trabajo de cajeras en un supermercado. Se enteran de que el premio de una marca de aceitunas está en una de las mil latas que el supermercado va a recibir.

Juan y Andrés fingen un robo en casa de Nieves para convencer a los vecinos de que pongan puertas blindadas en sus casas. Por supuesto, ellos acuerdan una comisión con el amigo de Andrés que instala las puertas.

A raíz de un conato de incendio por una colilla, prohíben fumar en el edificio. Los no fumadores son en su mayoría no propietarios, como Belén y Emilio, que intentan desengancharse juntos con consecuencias imprevisibles.

Los vecinos deciden contratar a un administrador. La primera medida que acuerdan es prescindir del portero y encargarse ellos mismos, por turnos, de las tareas de limpieza y recogida de basura.

A Emilio le cumple el plazo para abandonar la portería y decide declararle la guerra a la comunidad. Acampa delante de la portería y, aconsejado por Carmen, demanda a la comunidad por los años que ha estado trabajando sin contrato.

El nuevo administrador, Gregorio, realiza una visita a la comunidad para sacar información sobre la vida de los vecinos.

El administrador se hace eco de las peticiones de los vecinos y destituyen a Juan de presidente. Ante la ausencia de candidatos, se hace el pertinente sorteo y sale Mauri. Él intenta escaquearse.

La comunidad obliga a Mauri a seguir siendo presidente y, para cobrar las cuotas pendientes que debe Concha, instala una máquina tragaperras.

Mauri decide adoptar la postura de presidente pasota hasta agotar la legislatura y en el vecindario reina la anarquía: Lucía instala aire acondicionado, las señoras una parabólica y Mariano una piscina en la azotea.

Lucía invita a todos los vecinos a su boda, pero a cambio tienen que hacerle un regalo. Como ya tiene la casa amueblada, les pasa una lista de bodas llena de caprichos caros y los vecinos deciden unirse para regalarle un sillón relajante.

Los preparativos para la boda siguen adelante y las dudas existenciales de Lucía y Roberto también. Además, justo el día anterior, la comunidad de vecinos se entera de los cuernos que Roberto le puso a Lucía con la azafata.

Lucía no quiere saber nada del viaje de novios, pero los vecinos sí. Le organizan una fiesta sorpresa y ella, aunque está enfadada con todos, les pasa los billetes del viaje de su luna de miel para que los sorteen.

Juan Cuesta sigue haciéndoles la vida imposible como casero a Carmen y a Bea y ellas, hartas de que no les deje ni poner un cuadro, deciden buscar otro piso. Juan enseguida encuentra dos nuevos inquilinos, Juan Luis y Rafa.

Los vecinos de Desengaño 21 comienzan sus vacaciones estivales. Rafael, el padre de Lucía, invita a su hija y a toda la comunidad de vecinos a disfrutar de unas vacaciones en un complejo de bungalows que ha comprado en Benidorm.