Harto de perseguir asesinos en serie, el agente del FBI Joel Campbell (James Spader) decide retirarse: pide la baja voluntaria y se traslada a vivir a Chicago. Cuando un año más tarde, una mujer aparece asesinada en su edificio, Campbell reconoce el estilo de David Allen Griffin (Keanu Reeves), un peligroso psicópata al que persiguió durante cinco años.