El secreto de Puente Viejo

Pepa es una joven partera en el Asturias de 1896.Trabaja para los Castro y anda en amores con su amo, Carlos de Castro. Pepa se queda embarazada a la vez que lo hace su señora, Elvira de Castro, y cuando el hijo de esta muere en el parto, Elvira obliga a Carlos a arrancarle su bebé a Pepa. Pepa es molida a palos y, dada por muerta, abandonada en el bosque.

Tristán, que se ha colado en el cuarto de Pepa, se desmaya tras jurarle amor. Con la ayuda de Emilia Pepa consigue sacar de allí a Tristán y consigue llegar a la Casona. En la Casona, Francisca organiza la celebración con motivo de la llegada de su hijo. Éste, enfermo, no parece estar para muchas celebraciones, sin embargo el médico del pueblo, le quita importancia a su estado.

Alertada por el escándalo que monta Angustias, Francisca echa a Pepa al descubrir que medicaba a Tristán. Le amenaza: si le pasa algo a su hijo, Pepa lo pagará caro. Pero Pepa, a escondidas, le pide a Soledad que siga dándole a Tristán la medicación que le salvará la vida. Así lo hace Soledad.

Pepa descubre algo que hace que su vida se tambalee: Martín, tiene tres lunares en la espalda. Tres lunares como los suyos propios, tres lunares como los que tenía su hijo cuando nació, pero ¿cómo? ¿Es posible? Martín es el hijo que le arrebataron a Pepa al nacer. Tristán, que ya se encuentra mejor, intenta tomar poco a poco el control sobre su finca.

Pepa se resigna a huir con Martín, no es el momento ni la forma adecuada de arreglar las cosas. Le entra miedo y vuelve a la Casona, a devolver al niño, al que todos están buscando. Lejos de parecer sospechosa, todos reciben a Pepa como la salvadora, y en especial Angustias, que cambia su actitud hacia ella y se siente agradecida.

Tras un episodio con fuego, Angustias se muestra fuera de sí, absorta, lo que preocupa a su marido, Tristán, y desespera a su suegra, Francisca, que urde el plan de incapacitarla en sus deberes como madre. No se fía de ella y pide a Pepa que sea su sombra. Tristán intenta acercarse a Pepa pero ella no quiere saber nada, no quiere hacer caso a su corazón, es demasiado arriesgado.

Tras haber pasado la noche asistiendo juntos a un parto, Tristán acompaña a Pepa al pueblo, aunque Pepa se mantiene firme, su corazón grita el nombre de su amado. El Señor Antúnez sigue obcecado en comprar la taberna y el alcalde se hace el cuento de la lechera en la cabeza, esperando que Raimundo entre en razón. Sin embargo Raimundo tiene otras cosas en las qué pensar: sus campos.

Pepa escucha escondida las palabras de amor que Tristán le dice a su esposa Angustias y cambia su actitud con él. Vuelve a centrarse en su único objetivo: su hijo y descubrir la verdad. Mauricio descubre huellas en la presa y Francisca interpreta que Raimundo ha estado allí, sin saber que él es el que detuvo lo que podía ser una tragedia, una explosión en toda regla.

Pepa presiona a Angustias, en su delirio, para sacarle información de la noche del incendio... hasta que no puede más. Es demasiado para ella y Tristán así lo entiende, recriminando a Pepa su severa posición y su escaso tacto. Francisca no desiste en su empeño de incapacitarla e internarla y vuelve a hablar con el médico, Don Julián, para que esté de acuerdo.

Tristán, con la ayuda de Pepa, consigue salvar a Angustias in extremis de una muerte segura. Tristán tiene que asumir que ha llegado el momento de tomar medidas, acepta ingresar a Angustias en un sanatorio recomendado por Don Julián. Mediante un engaño, Tristán se la lleva al sanatorio. Angustias se hunde al entender el verdadero fin del viaje.

Pepa le cuenta su encontronazo a Emilia con Tristán, ahora que está fuera de la Casona, ¿cómo va a hacer para ver a su hijo? ¿Qué hacer para recuperarlo? Tiene que hablar con Angustias: sólo ella sabe lo que pasó la noche del incendio. Pepa pide al médico que la autorice a visitar a Angustias. Don Julián entiende que hay algo oscuro tras el exagerado interés que muestra la partera.

Pepa elude como puede las preguntas del médico con respecto a su interés por Angustias. Le coge el maletín para robarle el papel con membrete y le pide a Emilia que le falsifique una carta para entrar en el manicomio donde está internada Angustias. Francisca le pide a Don Julián que incapacite a su nuera. El médico le planta cara.

Pepa ha conseguido huir del psiquiátrico con el dossier sobre Angustias. Pero Don Julián ha descubierto la suplantación de Pepa. Pepa confiesa su analfabetismo y pide a Emilia que le lea el informe de Angustias: descubren que Martín no puede ser hijo de Angustias. Pepa y Tristán siguen jugando al gato y al ratón, siguen enfadados pero no pueden evitar sentirse atraídos el uno por el otro.

Raimundo se ha citado con el usurero, el trato es muy complicado. Emilia se preocupa por la tardanza de su padre, y es que sufre un asalto que le deja medio moribundo. Juan decide dejar marchar la opción de la beca por estar con Soledad. Cuando vuelve a La Casona, Francisca le ve merodeando por ahí. Francisca ordena a Mauricio que espíe al chico.

Don Julián, el médico, agoniza mientras Francisca asiste impasible a su muerte. Cuando el hombre fallece, Francisca avisa a los demás, aliviada porque ese gran secreto que pudiese destrozar a su familia muera con él también. Pepa, está impaciente, con miedo por si el médico haya podido delatarla hasta que se entera de su muerte inesperada.

Pepa, sorprendida rebuscando en la biblioteca de la Casona por Tristán, intenta justificarse. Necesita como sea encontrar esos documentos, pero su busca es en vano y además sus amigos la necesitan con urgencia. Emilia corre a buscarla para que cure las heridas de Raimundo, que descansa malherido por una paliza que le han dado pero que no quiere explicar.

Los heridos del accidente del barranco llegan a la casa de comidas, que se erige como un imprevisto campamento de curas. Pepa no da abasto y exige a Francisca que mueva sus hilos para traer cuanto antes un médico a Puente Viejo. En concreto, un herido llama su atención, Leandro, y Pepa se ha propuesto sanarlo como sea, aunque esté muy grave.

Tristán tiene que ir a visitar a Angustias, prometiendo a Pepa que podrá ir a ver a Martín pronto. Pepa se queda con Leandro, esperanzada y luchadora. Recibe la ayuda de Soledad que, sorprendentemente, Francisca deja libre para que vaya a ayudar a Pepa. Mientras tanto, Francisca registra el cuarto de su hija y descubre el dibujo que Juan le había hecho medio desnuda.

Pepa es consolada por Tristán y se prepara para acudir a la Casona, ilusionada por ver a Martín, como Tristán le había prometido. Pasará la tarde con él y eso le hará olvidarse de este mal trago que ha pasado con la muerte de Leandro. Emilia no sabe qué responder al prestamista y se siente desesperada tras sus proposiciones porque sabe que su padre necesita urgentemente saldar esa deuda.

Soledad sigue encerrada tras el castigo físico que le practicó su madre, y no deja que la vea siquiera Tristán. Además la amenaza de Francisca es clara, si Juan se vuelve a acercar a Soledad expulsará a toda la familia de sus tierras. La única que descubrirá las heridas de la chica será Pepa, presionará a Francisca hasta que consiga curarlas.

El hombre desconocido que preguntaba por Raimundo es un amigo de la juventud, pero ¿qué trae consigo? De momento no duda en espantar a Pardo que viene a cobrar su deuda...pistola en mano. Angustias ya ve clara la complicidad entre la partera y su marido, y cree que la joven no es trigo limpio. Cuando le cuenta al cura sus impresiones además éste coincide con ella y decide investigar.

Melquíades sigue en casa de los Ulloa y está empeñado en que su amigo eche un trago con él. Raimundo confiesa que una fue alcohólico y que su mujer le ayudó a salir del infierno, no puede volver a caer. Melquíades confiesa que está siendo perseguido por anarquista. Los Castañeda han trasladado el cadáver a otro punto, pero estos movimientos no pasan desapercibidos por los jornaleros.

Tras la disputa de Melquíades y Don Anselmo en la taberna, Raimundo convence al cura de que no denuncie a su amigo. Éste le confiesa a su vez que el verdadero motivo de su visita es su muerte cercana. Está enfermo. Esta vez sí consigue hacerle brindar con vino, y algo más que brindar... Son las fiestas del pueblo y habrá baile.

Pepa se siente totalmente humillada después de que en el baile Angustias se apropiara del regalo que estaba esperando de Tristán. Abre los ojos, en realidad Angustias es su mujer y está en el derecho de pensar que los regalos de Tristán serán para ella y no para la partera. Pepa muy dolida y escarmentada decide cortar cualquier tipo de contacto con él.

La prima Mercedes aparece en La Casona para pasar una temporada pues está de paso. Pronto parece intimar con Soledad, quien está pasando una mala temporada desde que rompiera su relación con Juan, y a Francisca parece que esta cercanía con la prima deslenguada no lo hace mucha gracia. Francisca enferma y necesita la atención de Pepa, la única en el pueblo con ciertos conocimientos médicos.