Sandokan

Sandokán y Yáñez se encuentran en un salón de la fortaleza escuchando atentamente cómo un pirata descifra unos signos escritos en una hoja de palma, que les revelarán cómo llegar a la tierra de los antepasados de Sandokán. En ese momento entra Sambligion, que ha descubierto a Nasumbata escondido entre los dayakos.

Sandokán y sus piratas se dirigen hacia Kin-Ballu, siguiendo las indicaciones dadas por Nasumbata antes de morir. Pero cuando avistan las costas de Kin-Ballu, son advertidos por un cañonazo, y los piratas se preparan para hacer frente a las naves enemigas que les han descubierto y se proponen atacarles.

Sandokán vuelve en sí, encontrándose en una confortable y lujosa habitación en la casa de Lord James Guillonk. Se siente sobrecogido al escuchar los dulces acordes de una mandolina que llegan desde el jardín. Aparece en la habitación un caballero, Lord James, quien relata a Sandokán cómo ha llegado hasta allí.

Lord James Guillonk viaja a Victoria, capital de Labuán, donde se confirman las sospechas del baronet Roshental, descubriendo la verdadera identidad de Sandokán. A su vuelta, cuenta a su sobrina su intención de apresar a Sandokán. Mariana, enamorada de Sandokán, le advierte de las intenciones de su tío poniéndole sobre aviso de una posible traición.

De nuevo en Mompracem, Sandokán narra a Yáñez todas sus aventuras desde que su parao fue hundido, como llegó a Labuán, su encuentro con Giro-Batol, pero sobre todo, su gran amor por Mariana y su fiel propósito de volver a buscarla.

Sandokán y Yáñez, huyendo de Mompracem, navegan hacia Pantutarang con las naves y los hombres que les quedan.

La flota de Sandokán, bajo el mando de éste y de Yáñez, navega en dirección a Labuán con el fin de raptar a Mariana. Durante la travesía el cielo se torna amenazador, desencadenándose un terrible huracán. Pierden dos de los barcos a causa de la tormenta.

Sandokán y Yáñez, burlando a los soldados de Lord Guillonk, han conseguido introducirse en la finca y, ocultos, escuchan y observan lo que sucede en el interior de la casa.

Sandokán y Yáñez, perseguidos por los soldados, han pasado la noche cerca de la mansión de Lord Guillonk. Al amanecer aprovechan una buena ocasión para saltar la empalizada y huir.

El plan sale tal y como estaba dispuesto. Yáñez se ofrece voluntariamente al Lord para inspeccionar los alrededores de la finca y asegurarse de que no hay que temer la presencia de los piratas. Aprovecha la ocasión para buscar a Sandokán, que está apostado en el camino, y comunicarle la hora de la partida de la comitiva.

Sandokán y sus hombres, ya con Mariana a bordo, se dirigen a Mompracen. En la travesía hacen escala en un islote de pescadores, aliados del Tigre de Malasia. Una vez allí, un pescador les pide que le sigan y los lleva hasta su casa donde les informa sobre la situación de Mompracem.

Sandokán informa a sus hombres del plan que ha preparado, se trata de una ofensiva por la retaguardia.

Todos celebran la liberación de Mompracem con una gran fiesta, y Sandokán aprovecha el momento para presentar a Mariana. Todos los piratas juran defender a la Perla de Labuán hasta la muerte.

Cuando la paz parece reinar en Mompracem, llega a la isla Tangusa el Intendente Tremal-Naik para pedir la ayuda de los piratas. Sandokán, al enterarse de que su hermano de sangre está en apuros, decide partir inmediatamente. Deja a Sambigliong al mando de la isla y le encarga la custodia a Mariana.

Sandokán, Yáñez y Tremal-Naik con sus hombres desembarcan en los junglares donde han de pasar por numerosos peligros, entre otras cosas son atacados por un enorme rinoceronte. La lucha es terrible, Sandokán está a punto de perder la vida, pero consiguen salir victoriosos gracias a la ayuda de una joven, Surama, que posee dos elefantes.

Surama guía a Sandokán, Yáñez, Tremal-Naik y sus hombres a través de los peligrosos pantanos. Llegan hasta la pagoda en la que se encuentra Suyodhama con la niña. Consiguen entrar por una claraboya del techo, descolgándose por una lámpara se introducen en el interior. Allí son sorprendidos por los Thugs, que se enfrentan a los Tigres de Malasia.

Sandokán, Yáñez, Tremal-Naik y algunos hombres se dirigen a Delhi, tras la pista de Suyodhama. En su camino encuentran aldeas quemadas y pueblos destruidos por una insurrección. Su gran preocupación es cómo atravesar las líneas rebeldes sin levantas sospechas.

Sandokán y sus amigos permanecen encerrados en un calabozo esperando que se presente la primera oportunidad para huir de allí. La situación es difícil puesto que la celda se haya situada en una torre. Varios guardias vigilan la puerta mientras que dos Thugs lo hacen desde el exterior para que no intenten escapar por ninguna de las ventanas de la torre.

Sandokán, Yáñez y Surama, felices de que Damna se encuentre a salvo y de haber acabado definitivamente con Suyodhama, se despiden de Tremal-Naik y se dirigen hacia el "Mariana" con la intención de regresar a Mompracem. Surama, que ha conquistado el corazón de Yáñez, les acompaña.

Los Tigres de Malasia se encuentran de nuevo en Mompracem. A la isla han llegado noticias de Labuán: Lord Guillonk está llevando a cabo todos los preparativos de la boda de su sobrina con el Baronet de Rosenthal.

Comienza la fiesta de homenaje a Mariana. Los indígenas, y con ellos Sandokán y sus hombres, llegan al puerto de Victoria donde homenajean a "La Perla de Labuán".

Los paraos de Sandokán y Yáñez navegan en calma. Parece que el peligro ha pasado cuando, de repente, se escucha en cubierta: ¡Barco a la vista! Es la flota del Baronet que ya les ha dado alcance.

Sandokán e Iniko, encerrados en las mazmorras del "Mariana" por el Baronet Roshental, traman un plan para librarse de la horca que les espera en tierra.

Sandokán se encuentra a salvo a bordo del parao de Yáñez. Su único objetivo es salvar a Mariana. Yáñez idea otro de sus ingeniosos planes: se harán pasar por soldados a las órdenes del Sultán de Borneo.

Sandokán y sus hombres llegan a las Romades y encuentran el barco de Lord Guillonk anclado, luego eran ciertas las sospechas de Yáñez.