Sabotaje

Afganistán. El capitán del ejército, Enea De Santis, es un soldado experto al mando de una unidad de élite. Durante una operación para seguir a un sospechoso, la unidad es atacada, dejándola sin contacto y sufriendo pérdidas significativas. Enea y el resto de sus hombres se esconden en una cueva mientras son acusados de deserción.

Enea y sus hombres logran salir de Afganistán y llegar a Italia con la esperanza de encontrar una manera de exculparse. Llegan a un claro solitario donde el equipo se reunirá con Emma Borghi y algunos agentes de AMIS, son inesperadamente atacados por un francotirador. Un personaje misterioso está conspirando contra ellos.

Enea y sus hombres se ven obligados a moverse rápidamente y abandonar su escondite, los agentes de AMIS los han rastreado. Los hombres logran rescatar a Rebecchi. Las tensiones dentro del grupo llegan a su clímax y De Santis les pide que confíen en él.

Emma ofrece un trato a Visentin mientras está detenido en una prisión después de ser atrapado por Rebecchi. Ella le ofrece liberarlo a cambio de que haga hablar a Enea. El soldado se encuentra cara a cara con su capitán y decide ayudarlo. Unidos nuevamente, se liberan y descubren la verdadera identidad detrás de Cagliostro.

Todos los cargos contra Enea y sus hombres son retirados. Mientras Géminis está encerrada en una celda de máxima seguridad en el sótano de AMIS, Samira llega a Malta.

Enea y Frezzo localizan a Visentin pero lo encuentran muerto. Tampoco saben que un francotirador acecha dispuesto a matarlos. Gracias a un símbolo que Visentin garabateó en su brazo antes de morir, Enea y Frezzo identifican el complejo donde se realizará la subasta sobre la que Gemini les habló.

Enea, Samira y Frezzo llegan a Roma, convencidos de que seguir el rastro de Dorrico los llevará a Fedora y a los otros niños. Gracias a la intervención de Emma, la policía maltesa libera a Rebecchi. Una vez que está de vuelta en Roma, el agente le dice a Emma sobre la subasta y los experimentos en los que los niños son utilizados para pruebas.

Dorrico ha desaparecido sin dejar rastro. Enea, Samira y Fedora están a su merced y prisioneros en una villa en las afueras de Roma. Samira tiene miedo por Fedora; Enea la consuela e insiste que no es hora de rendirse.