Cuando el tren en el que viaja la familia de Héctor se para en una estación sin nombre, el niño baja al andén y se distrae. El tren se va y él se queda solo mientras el reloj de la estación se comporta de manera inexplicable. El muchacho conoce a Bibu y Olivia, hijos del jefe de estación. Ellos le enseñan un mundo fantástico, escondido dentro de los relojes, donde el tiempo está vivo.