Masha y el Oso

Muy lejos en una casita cerca del ferrocarril vive una niña pequeña y muy inquieta llamada Masha. Le fascina tanto tocar música que los demás animales no comparten su entusiasmo, y siempre se esconden de ella. Un día, se harta de la situación y se escapa por el bosque.

El otoño ha llegado. El Oso arma una barrera contra Masha en la puerta de su casa para prepararse para su siesta invernal. Pero la niña se las ingenia para entrar y desata una vez más el caos cuando despierta a todo un enjambre de abejas. Pero todos sus juegos por fin llegan a su fin, y cuando el Oso cocina crema de avena para alimentarla, la encuentra dormida.

Al Oso le encanta tanto la víspera de Año Nuevo que se despierta solamente para celebrar esa festividad. Limpia la casa, decora el árbol de Navidad y espera que llegue el Abuelo de las Nieves.

Apenas comienza a nevar, el Oso decide enseñarle a Masha cómo distinguir las huellas de diferentes animales. Masha está lejos de ser una buena estudiante y por poco vuelve loco a Oso. Pero, para su sorpresa, resulta que algunas de sus respuestas no son tan absurdas como parecían.

A los Lobos que viven en el bosque se les ocurre un plan para secuestrar a Masha y exigirle al Oso que pague un rescate. Sin embargo, el Oso está encantado con la ausencia de Masha y no se apresura a resolver el tema. Mientras tanto, Masha convierte las vidas de los Lobos en un infierno, a tal punto que ellos terminan pagándole el rescate al Oso solo para deshacerse de ella de una vez por todas.

El Oso decide cosechar bayas y preparar una mermelada. La idea complace mucho el paladar de Masha, que se la come toda. Más tarde, decide ponerse un frasco de vidrio en la cabeza para interpretar a un astronauta. El Oso trata de liberar la cabeza de Masha y al final lo logra, pero en el proceso su propia pata queda atrapada en el frasco. Se pasa el resto del día intentando liberar su pata.

El Oso se despierta con la llegada de la primavera. Mientras corre por el bosque, se topa con una hermosa Osa. Muy pronto, se enamora.

El Oso va a pescar. Esperanzado, lanza la línea de su caña de pescar, y en cuanto el primer pez muerde la carnada, aparece Masha y transforma un agradable viaje de pesca en una pesadilla. El Oso le construye una caña de pescar a Masha para mantenerla entretenida, y de inmediato Masha pesca al pez.

El Oso quiere mirar un partido de fútbol, pero antes debe deshacerse de la niña. Por eso envía a su enemiga a caminar por el bosque y le da un teléfono celular para que esté segura. Como resultado, Masha lo hace enfadar llamándolo por motivos triviales, y cuando se mete en problemas de verdad, el Oso no atiende el teléfono...

Masha quiere aprender a patinar sobre hielo. Pero no hay nadie cerca para enseñarle, porque el Oso se quedó dormido. Sin embargo, esto no es obstáculo en lo más mínimo para Masha. Le calza los patines en las patas al Oso y lo hace rodar hacia el estanque helado, donde por fin se despierta. Ahora el Oso no tiene opción más que enseñarle a patinar a la niña impaciente.

Con la llegada de septiembre, Masha, como todos los niños, quiere ir a la escuela y le pide al Oso que le fabrique una. Abrumado por el entusiasmo, el Oso completa la tarea y al día siguiente Masha se sienta en un escritorio a estrenar. La niña trata de comportarse como una estudiante atenta, pero termina volviendo absolutamente loco al Oso.

El Oso espera pacientemente recoger la cosecha de las zanahorias. Y la liebre hambrienta también. Al Oso se le ocurre una solución que parece brillante: hacer que Masha ahuyente a la liebre molesta de su jardín. Pero su plan sale de manera completamente diferente a la esperada.

Masha quiere jugar a las escondidas. Pero el Oso tiene otros planes en mente. Como sabe que es imposible oponerse a los deseos de Masha, acepta jugar con ella.

El Oso se despierta en su silla con un enorme chichón en la cabeza y un trofeo de biatlón. Pero no recuerda cómo sucedió todo. Masha y la liebre están a su lado, con caras de "yo no fui". Le cuentan sus interpretaciones de la historia. El Oso tiene que decidir cuál es cierta y cuál es falsa

Panda, el primito del Oso, llega de visita. De inmediato, Masha quiere hacerse amiga de él y pasar el día jugando. Entre nuestros héroes nace un espíritu competitivo porque no pueden compartir nada uno con el otro. Muy pronto, el Oso descubre que si conduce esa rivalidad hacia una dirección pacífica, ambos podrían ayudarlo muchísimo con las cosas de la casa.

Cansado de los juegos continuos de Masha, el Oso finge estar enfermo para que lo deje en paz. Pero la niña se preocupa por su amigo y se propone curarlo. Luego de una serie de intentos fallidos, por fin logra curar al Oso.

El Oso juega al ajedrez. Masha lo interrumpe para pedirle que la alimente. El Oso le cocina crema de avena, pero a Masha no le gusta. El Oso se va de la casa hecho una furia. Masha decide cocinarse su propia crema de avena. Pero muy pronto, la crema se hincha y se expande. Todos los habitantes del bosque recordarán este día por mucho tiempo...

El Oso decide armar un gran lavadero en su jardín, pero no tiene idea de que pronto tendrá que sacar a Masha de un charco y de un frasco de mermelada. Pero eso no es todo: ahora el Oso tiene que coser vestidos cada vez que Masha se moja o se ensucia.

El Oso encuentra un hermoso piano negro en el bosque. Con gusto se lo lleva a su casa, lo repara, lo afina y comienza a tocar. Masha no puede mantener sus manitas lejos del precioso instrumento. Decide convertirse en una pianista de fama mundial y le pide al Oso que le enseñe a tocar el piano.

El Tigre del circo visita a su viejo amigo, el Oso. El gato con bigotes y rayas está perplejo con el comportamiento de Masha y trata por todas las maneras posibles de librarse de ella. Sin embargo, cambia de opinión cuando se pierde en el bosque y Masha lo salva en el medio de la noche.

Los milagros siempre se producen en la víspera de Año Nuevo. Masha encuentra un sombrero mágico que les concede deseos a todos los habitantes del bosque. La niña corre feliz por todo el bosque con un disfraz de payaso y les lleva alegría a todas las criaturas. El sombrero mágico tiene un regalo especial para el Oso, que no ha tenido demasiada suerte en un día que parece sacado de un sueño.

Es un día soleado de verano. Mientras el Oso recoge bayas, conoce a una Osa en el bosque y la invita a una cita.

Un día, Masha encuentra un huevo del cual nace un pingüino. Ahora, el Oso debe cuidar a dos criaturas. Cocina platos especiales y construye un parque acuático en miniatura para el pingüinito y para Masha. Al final, el Oso se da cuenta de que el pingüino estará feliz solo si cuenta con las condiciones climáticas apropiadas, y por eso lo envía en un avioncito hacia la Antártida.

Panda ―el pariente lejano del Oso― llega una vez más de visita. Ambos comienzan a cocinar panecillos chinos, pero entonces aparece Masha, con sus propios métodos de cocina. ¡Y el simple acto de cocinar se convierte en una clase magistral culinaria con mariposas!

Llueve torrencialmente afuera y el Oso se dispone a leer un libro. Está seguro de que Masha se quedará en casa con este clima tan feo.