La biblia

En el principio, la humanidad flaquea, y Dios envía un gran diluvio. Dios promete a Abraham, descendiente de Noé, darle un pueblo, a pesar de que su esposa sea estéril. La fe de Abraham se pone a prueba cuando comprende lo que Dios le pide.

Siendo los israelitas esclavos en Egipto, Dios ordena a Moisés su liberación. El faraón se niega a dejarles marchar, pero un milagro hace que Moisés pueda guiar a los israelitas por el desierto, y donde Dios les promete una tierra.

En la tierra prometida, Josué ocupa Jericó, pero los líderes que le preceden pierden el norte. Sansón se enfrenta a los filisteos, y en la época de Samuel los israelitas piden un nuevo rey. Saúl es ungido rey, pero es otro quien permanece en espera.

El rey Saúl aprende su lección de obediencia a Dios. David derrota a Goliat y conquista el corazón de su pueblo, pero la codicia es su perdición: se hace con Jerusalén y con la mujer de su mejor amigo. Fugaz es la edad dorada de Jerusalén.

El pueblo ignora las advertencias del profeta Jeremías y es incapaz de frenar la invasión de Babilonia. Sin ciudad y sin templo, el pueblo aprende a guardar a Dios en su corazón. Tras años en el exilio, Daniel podría acabar siendo su salvación.

En una Jerusalén ocupada por los romanos, el pueblo anhela un mesías. María se asombra porque es ella quien alumbraría al hijo de Dios. Herodes teme la usurpación de su trono. Y Juan el Bautista preparará al pueblo para el más grande de los líderes.

Los discípulos de Jesús se alegran con sus milagros, pero no todos se alegran de escuchar su mensaje. ¿Qué clase de líder es Jesús? ¿Quién es ese hombre que puede sanar a los enfermos y resucitar a los muertos? Se avecina una poderosa tormenta.

La entrada de Jesús en Jerusalén, en Pascua, provoca alegría, pero también problemas para algunos. Caifás busca la manera de frenar la creciente popularidad de Jesús. Los discípulos comparten entonces la cena y un sentimiento de condena inminente.

El día de Pascua, Caifás dice a Pilatos que para mantener la paz es necesaria la ejecución de Jesús. Los discípulos viven el horror de la crucifixión de Jesús. En su muerte, el cielo se ennegrece, pero a quien tiene fe pronto se le recompensa.

Pedro, por creer que Jesús permanece aún con ellos, obtiene la fuerza de difundir su mensaje. Aunque es Pablo su principal mensajero, llevando la Palabra al corazón del mundo romano y la fe a un sin número de seguidores. La Palabra sigue viva.