Aquí no hay quien viva

Roberto y Lucía se mudan a un edificio donde no les sale nada como habían pensado. Marisa, Vicenta y Concha se hacen con las llaves de los vecinos se han marchado de fin de semana y deciden salir de dudas sobre ellos. Alicia y Belén se disponen a salir pero se quedan encerradas en el ascensor con el portero

Roberto y Lucía ya están instalados en el edificio y van a hacer reforma. Los ruidos que provocan los obreros molestan a todos los vecinos, que deciden poner una queja formal ante Juan, el Presidente. Alicia se ha fijado en Fernando y trata de conquistarle y Mauri se pone celoso.

Juan termina renunciando de su cargo como presidente de la comunidad y el puesto pasa a Lucía. El ayuntamiento inicia una campaña de reciclaje en el barrio y pide a los vecinos que utilicen los diferentes cubos para separar las basuras. No se ponen de acuerdo sobre nada. Doña Concha está decidida a sacar a Alicia y a Belén del piso y empieza a enseñarlo.

Los padres de Fernando deciden hacerle una visita y decide contarles lo que había llevado en secreto. Pero le surgen dudas y le pide a Alicia que se haga pasar por su novia en la cena. Doña Concha sospecha de la profesión de Alicia y Belén y el rumor va corriendo como la pólvora. Cuando llega a oídos de Juan, deciden salir de dudas

Alguien deja abandonado a un bebé en el portal de la comunidad, provocando que algunos vecinos con vocación de madre se lo disputen. Roberto traba amistad con José Miguel a pesar de su diferencia de edad, descuidando su relación con Lucía. Al nuevo novio de Alicia también le gusta Belén, y no le importa mucho jugar a dos bandas

Mauri se resbala y cae por la escalera del edificio. Fernando habla con Juan Cuesta para que informe al seguro y se haga cargo de los gastos, pero llevan sin pagarlo tres años. Los vecinos deciden enviar al padre de Emilio haciéndose pasar por el perito y darles 187 euros de indemnización. Emilio se acuesta con Belén y termina por enterarse todo el edificio.

Emilio y Juan descubren una rata en el portal y deciden cazarla sin decir nada a los vecinos para que no cunda el pánico. Se quedan dormidos esperando sorprenderla por la noche y cuando Juan llega a casa por la mañana, Paloma sospecha que su marido tiene una aventura. La caza de la rata se complica cada vez más.

Roberto vuelve a casa para intentar reconciliarse con Lucía pero se encuentra allí a su ex novio. Vicenta está afectada por un libro que acaba de leer y decide invitar a comer a un pobre. La cosa se va de manos y se forman auténticas colas de mendigos esperando recibir su ración. Uno de los pobres es en realidad un millonario al que busca su familia y los vecinos esperan cobrar la recompensa

Marisa y Vicenta cuentan que hace años el portero se volvió loco y prendió fuego a la casa, muriendo una familia que vivía en el ático y nunca se encontraron los cadáveres. Paco decide hacer una película de miedo con los vecinos como protagonistas sin que ellos lo sepan. Preparan trampas y presos del pánico llaman a un exorcista que resulta ser un okupa que se queda a vivir en el ático

Los vecinos sufren una inspección técnica del edificio que les lleva a tener que plantearse hacer obras por valor de 24 millones de pesetas si no quieren que les desalojen. La única solución que encuentran es vender los pisos a un constructor y marcharse de allí, pero ni Lucía ni Vicenta están dispuestas a ceder. Descubren que el inspector del Ayuntamiento esta comprado por el constructor.

El local del videoclub se traspasa. Antes de que Paloma realice su sueño de poner una boutique, el local es adquirido por una funeraria que provocará graves trastornos en el edificio. Roberto se pone a trabajar con el padre de Lucía, mientras ella decide tomarse unas vacaciones. Los Cuesta descubren que Natalia toma la píldora y la obligan a presentarles a su novio.

A Emilio le da apendicitis y tiene que ser ingresado. Juan busca a alguien que le sustituya, este resulta ser Amador, hombre del que se enamoran Concha, Vicenta y Marisa. Los vecinos deciden despedir a Emilio pero por la presión que siente Amador, renuncia a su puesto. Juan tiene que contratar otra vez a Emilio y haciéndole contrato.

Lucía decide organizar una fiesta en su casa para los amigos y algunos de los vecinos del edificio. Paloma hace que vaya mucha gente y Concha se dedica a vender entradas en el portal. Paloma cree que está embarazada, deciden ir al médico y les confirma que van a ser padres.

La caldera del edificio se estropea y los vecinos se quedan sin calefacción ni agua caliente salvo Lucía y Roberto. Todos quieren probar la ducha con hidromasaje de la pareja y su piso es tomado por el vecindario. Fernando decide salir del armario y se lleva a Mauri a una cena de empresa para presentarle como su novio. Al día siguiente Fernando recibe la carta de despido.

Juan propone a los vecinos jugar al amigo invisible para limar las asperezas. Nadie está contento con lo que le ha tocado salvo Paloma, que por error recibe el anillo de compromiso de Lucía. Carlos le pide a Belén que se vaya a vivir con él y Alicia organiza una cita entre Belén y Emilio que termina con la policía denunciando a Emilio porque no tiene dinero para pagar la cena

En el edificio cada familia prepara la cena de Nochebuena. El vecindario juega un décimo compartido a la lotería y resulta que les toca el tercer premio. Ante la presión de Paloma, Juan finge que le han atracado para quedarse con todo el dinero, pero los remordimientos y que existe una grabación del supuesto atraco hacen que haga lo correcto, pero cuando cobra el premio le atracan de verdad.

Los vecinos se preparan para la llegada del 2004 y muchos se han quedado sin uvas. El único que tiene de sobra es el padre de Emilio, pero decide hacer negocio y venderlas a un precio desorbitado. El edificio se queda sin luz y deciden marcharse a la Puerta del Sol pero la mitad de ellos se meten en el coche de Mariano, que no arranca. Los únicos que consiguen llegar son Lucía, Emilio y Juan.