Santa Victoria, un tranquilo pueblo del norte de Italia, es famoso por su delicioso vino. A punto de terminar la II Guerra Mundial es ocupado por tropas alemanas, cuya misión es requisar un millón de botellas del preciado caldo. Tras la muerte de Mussolini y la caída del fascismo, el nuevo alcalde decide esconder las botellas antes de la inminente llegada de los alemanes.