En 2015, el jefe SEAL Ben Edwards (Taylor Kitsch) y el pelotón Charlie finalizan su despliegue en Mosul y transfieren sus operaciones al pelotón Alfa de James Reece (Chris Pratt). Antes de volver a casa, Ben y su equipo localizan a un líder de ISIS que atentó contra su intérprete de las Fuerzas de Seguridad Iraquíes, y descubren que el terrorista tiene contactos insólitos con mucho poder.

Los aliados de Al-Jabouri toman represalias contra Ben Edwards y Raife Hastings tras su ataque no autorizado, pero una oportuna oferta de trabajo proveniente de un maestro del espionaje podría resolver todos los problemas de Ben.

La operación de Haverford para capturar o asesinar a Danawi revela una nueva pista: ¿con quién iba a reunirse y por qué? Al rastrear el dinero de Danawi, Ben y Raife se unen a aliados inesperados y forman un equipo coactivo que pronto enfrentará una amenaza mucho mayor a la prevista.

A medida que aumenta la presión para evitar que la red Khalid entregue los rodamientos de Molnár, el equipo de Ben comienza a quebrarse. En Ginebra, el informante iraní de Haverford lucha por mantener el equilibrio entre su familia, su país y una doble vida trabajando para la inteligencia estadounidense.

Solo y perseguido, Ben sigue la pista de quien lo traicionó. Raife interroga al miembro de la red Khalid que tiene prisionero y libera a su "lobo negro" interior en su búsqueda de respuestas. Mientras tanto, Tal maniobra en solitario para cumplir la verdadera misión del Mossad.

Ben vuelve a unirse al equipo y halla respuestas difíciles de creer. En el turbio mundo de las operaciones encubiertas, pocas veces existe la claridad. Esto es algo que Raife se niega a aceptar, así que se agranda la grieta entre teniente y jefe. Ben debe aceptar los matices grises para evitar una guerra.

Tres meses después del enfrentamiento en el aeródromo, Ben vive aislado en la Selva Negra alemana, listo para romper todo vínculo con su vida anterior y vengar a quienes perecieron en el juego de espionaje de Haverford.