Manos a la obra

Frente al humeante taller, que ha quedado totalmente destrozado por el incendio, Manolo, Tato, Tino, Tania y Adela lloran la supuesta pérdida de Benito, a quien creen "fiambre". Manolo es el encargado de dar la noticia a Carmina. Se arma de valor y sube a casa de ésta. Compungido, sin apenas fuerzas para pronunciar las palabras, Manolo intenta hacer entender a Carmina lo que ha sucedido.

Tobías se presenta en el taller para recoger su pintura por un impago de Manolo. Al final Tobías accede en concederle una semana más para que pueda reunir el dinero.

Manolo y Benito son requeridos por Don Salmerón, un viejo verde, para hacerle un apaño: un apartamento picadero. El hombre que es, además, dueño de la discoteca Cosmos, les ofrece ser relaciones públicas de la sala. Por otra parte, Carmina lee un anuncio que presenta la misma discoteca como un "paraíso de nostalgia de los bailes de siempre" y convence a Adela para que la acompañe.

En el patio aparece Romy, una preciosa chica que habitualmente desayuna en el bar "La Molleja", ya que trabaja en una boutique cercana. Benito la ve por primera vez y se siente atraído por ella. Entabla conversación y ésta le pide que le arregle un pequeño desperfecto en la tienda. Benito accede encantado.

Benito se enamora platónicamente de una estrella cinematográfica a la que conoce en un rodaje. La chica aprovecha la supuesta maña de Benito para pedirle que acuda a su casa para realizar una chapuza. Un fotógrafo los sorprende en una situación aparentemente comprometida y les hace una foto, lo que da pie a un complicado embrollo.

Manolo y Benito reciben una inesperada herencia. Al principio creen que se trata de una broma, pero un pasante les cita al día siguiente para la lectura del testamento. En el despacho está la familia del fallecido y, al saber que los dos desconocidos son los herederos universales, hablan de impugnar el documento. Los familiares del difunto aceptan retirarse a cambio de una cantidad de dinero.

Benito escucha en las noticias de televisión el alarmante incremento de casos depresivos en el mundo laboral. Influenciable él, sobre todo cuando le interesa, finge al día siguiente una profunda depresión que le lleva a ser asistido por una psicóloga que le da una baja laboral. Un día descubre que Manolo ayuda a su madre para suplir el sueldo.

"El Tenazas", un sanguinario asesino, se ha escapado de la cárcel y ha ido a esconderse a la casa donde Manolo y Benito acuden a realizar una chapuza. Benito sufre constantes sobresaltos con los diferentes monstruos que pueblan la casa: un hombre cadavérico, un monstruo fumador de puros...

Luciano sospecha que su mujer se la pega con otro. Para ocuparse de tan escabroso asunto, Evaristo le recomienda contratar a Tato como detective privado. El joven, por fin, ve cumplido su sueño de que alguien deposite su confianza en él para resolver un caso.

Manolo, Benito y Tato están en el taller jugando con los botes de pintura cuando escuchan un grito en el patio. Al salir, encuentran a Carmina tumbada en el suelo y rodeada de bolsas de la compra: ha tenido un ataque de lumbago. Tania cuida de Carmina para que los albañiles puedan hacer una ñapa en casa de una señora rica, a la que le desaparece una pulsera.

A Carmina se le mete en la cabeza la idea de casar a su hijo Benito cuanto antes, porque tiene un sueño en el que le ve contraer matrimonio con Tania.

Benito se entera que Romy admira a un compañero de una ONG y decide imitarlo. Para ello roba sus propios materiales para iniciar una ONG a la que llama Albañiles Sin Fronteras. El chapuzas cuenta su iniciativa en televisión y el efecto es inmediato: el patio se llena de materiales para la labor, que Benito quiere comenzar en África.

Mientras están reformando el bar "La Molleja", una casualidad hace que Manolo y Benito sean contratados como asesores de albañilería en una teleserie titulada "A pie de obra".

Manolo y Benito ven en la tele el programa de Ana Rosa Quintana acerca de los niños del Tercer Mundo, lo que les hace sensibilizarse sobre este tema.

En Navidad y, ante la falta de trabajo en el taller, a Tino se le ocurre la idea de participar en un concurso de belenes vivientes.

Benito, aterrorizado por las posibles consecuencias que el Efecto 2000 hubiera podido causar en la Tierra, decide almacenar víveres y encerrarse a cal y canto, sin mantener contacto alguno con nada ni con nadie exterior. Sólo Carmina (de la que su paranoia le hace también dudar, por si el "efecto" la hubiera convertido en un clon de su verdadera madre) le sirve de nexo con el resto del mundo.

En el barrio se organiza un viaje a Mónaco, de plazas limitadas, para el que los protagonistas tan sólo consiguen dos. Benito y Manolo se disputan quién irá: si Carmina y Benito o Adela y Manolo. Como no se ponen de acuerdo deciden apostarse el viaje. Benito propone que la apuesta sea que él consiga que Adela se fije en otro hombre.

Benito y Manolo tienen esclavizado al pobre Tato en el taller y, además, no le pagan un duro. Adela. por interés propio, decide echarle un cable para que pueda cobrar un sueldo.

En la entrada al taller aparece un carrito con un niño dentro pero los padres no están, mientras tanto Benito hace de niñera.

Manolo, Benito, Tato y Tania van a hacer reformas a casa de doña Amparo, una mujer mayor, algo excéntrica y muy despistada, que vive sola. Por ese motivo, sus vecinos, hartos de que provoque tantas averías, tratan de conseguir que se vaya a una residencia.

Benito tiene una mañana de muy mal humor en la que se muestra irascible con todo el mundo. Nadie se libra de los ataques que provoca su enfado. Tampoco se salva Jacinto, un hombre mayor y humilde que le pide una limosna. Pero Jacinto no es ningún pobre, sino un ángel de la guarda de Benito que ha sido enviado para ayudarle.

En "La Molleja", Tino les presenta a Manolo y a Benito a un amigo suyo que es arquitecto. Éste les ofrece un trabajo en la casa de los Romano, matrimonio que ha sido secuestrado en Colombia. Nadie sabe si están muertos y, en ese caso, su hija Estela heredaría toda la fortuna. Los tíos de la niña quieren mandarla a un internado.

Un telegrama anuncia a Adela la llegada de su madre. Como ni ella ni Manolo pueden ir a recogerla a la Estación de Autobuses, le piden a Benito que vaya él. Por error recoge a una señora que no es la madre de Adela. Por otro lado, Tato se pone en contacto con un detective para adentrarse más en los secretos de la profesión.

Debido al mal funcionamiento del negocio del taller, Adela decide tomar las riendas. Está dispuesta a salir de la miseria y cambiar de vida por completo. Para ello propone un negocio: dedicarse a un turismo alternativo que consiste en recibir a un grupo de turistas extranjeros y convivir con ellos para que conozcan el modo de vida español.

El cartero trae buenas noticias para Manolo y Benito: a Manolo le han nombrado, con motivo de las elecciones, presidente de mesa en un colegio electoral, y a Benito, los del Insalud le van mirar "lo suyo".