Sin tetas no hay paraíso

Dos meses desde que murió Jesús y las heridas aún continúan abiertas. Fina sólo quiere olvidar a su hija Catalina, a quien considera culpable de todo. Por su parte, la joven está decidida a corregir los errores que cometió en el pasado. Tras la proposición de Miguel Cortés de casarse con ella, Catalina sopesará las consecuencias que acarraría el enlace con el empresario.

Paula, que está profundamente afectada por la muerte de Jesús, le confiesa a su amiga Catalina que está embarazada y le pide dinero para abortar. Ante esta situación, Cata acude a su madre para que le ayude a convencer a Paula de que tenga el niño, pero Fina la desprecia y la echa de casa. Tras meditarlo, le pide a Paula que se marche a vivir con ella y siga adelante con el embarazo.

Los deseos de Rafael Duque parece que están más cerca de cumplirse. Gracias a la colaboración de Catalina, Cortés será apartado del trato que el joven narcotraficante mantiene con la mafia rusa. Esta ayuda es considerada por Duque como un acto de compromiso y de reconciliación con su amada, aunque la intención real de Catalina es otra.

Jessica descubre que Catalina y Rafael Duque se están viendo a escondidas, un hecho que provocará sentimientos encontrados en la joven. Tras plantearse qué es lo mejor para ella, decide alejarse del narcotraficante.

Miguel Cortés, movido por los celos, ordena el asesinato de Duque. Jessica, que sospecha cuáles son las intenciones del empresario, decide hablar con Catalina. A pesar de sus dudas, la joven terminará confiando en su amiga e intentará prevenir a Duque de que su vida corre peligro.

Amenazado por aquellos que eran cómplices de sus negocios y sabiendo que se encuentra en una situación difícil, Duque tratará de recuperar su posición al frente de sus negocios. Catalina también es consciente de que se encuentra en la cuerda floja. Tras haber intentado terminar con Duque, sabe que su malvado plan no puede quedar impune.

Duque debe realizar la primera misión que le encargan los inspectores Torres y Cuesta, tras aceptar colaborar con la policía. A pesar de que corre el riesgo de perder la confianza de sus aliados, el joven narcotraficante accede motivado por sus deseos de recuperar a Catalina. A su vez, ésta comienza a dudar de las decisiones que ha tomado y no ve sentido seguir con Miguel Cortés.

Cortés y Duque deciden aplazar sus diferencias hasta concluir el negocio que tienen en común con Anatoly. Sin embargo, Catalina recibirá su castigo inmediatamente: su esposo secuestra a Paula para demostrarle que es capaz de cualquier cosa. Mientras tanto, Rafael está convencido de que su relación con Catalina se está enfriando, por lo que obliga a Torres a respaldarlo ante la joven.

Torres trata de convencer al joven narcotraficante de que Catalina es la única persona que puede ayudarles a atrapar a Miguel Cortés. Ante la perplejidad del inspector, Duque se niega a poner en peligro la vida de su amada. Sin embargo, Torres no se da por vencido y consigue llegar hasta ella para proponerle colaborar en el proceso de detención del empresario.

Catalina y Duque son conscientes de que no va a ser fácil acabar con Cortés. Sin embargo, ambos descubren que si no están alerta pueden perder la partida. Mientras tanto, el esposo de la joven se mantiene alerta y controla cada movimiento de sus enemigos. Su decisión está clara: no va a acobardarse y tomará las medidas que sean necesarias contra su mujer y contra quien intente ayudarla.

Catalina se encuentra hospitalizada recuperándose del desmayo que sufrió en la discoteca. Esta circunstancia impide a la joven transmitir a Duque una información de vital importancia que serviría para desmantelar los negocios de su marido.

Catalina prepara su huida con Duque. Ante los imprevistos que surgen, el joven narcotraficante debe cambiar a marchas forzadas su plan para terminar con Cortés. La clave continúa siendo el señor Martínez. Con la ayuda de Torres consiguen demostrar al ayudante de Cortés que la secta donde está su hija es financiada por su propio jefe.

Cortés está dispuesto a averiguar quién le está traicionando, ya que cuenta con la ayuda del Comisario. Todas las pistas le conducen a Martínez que, tras descubrir que la secta en la que se encuentra su hija está financiada por Cortés, no dudará en suministrar a Duque la información que necesita para encarcelar a su jefe.

Martínez se encuentra en el hospital debatiéndose entre la vida y la muerte, por lo que Duque es consciente de que la única manera de salvar a Catalina, cautiva en un lugar secreto de la casa esperando que llegue su final, es asesinar a Cortés. El narcotraficante se dirige a casa de su enemigo para cumplir con su propósito.

Duque y Catalina no consiguen llevar a cabo su plan de huida, ya que Morón tiene sus pasaportes y el dinero del narcotraficante. El joven no puede imaginarse que sus aliados Gitano y Pertur se han pasado al bando del colombiano y le buscan para matarlo. Finalmente, Gitano salva la vida de su jefe, al que le han preparado una encerrona, y le pide a Morón el dinero de Duque a cambio de su cabeza.

Tras haber recuperado el dinero y los pasaportes falsos, Duque y Catalina inician la huida. Sin embargo, se ven obligados a detenerse por las graves heridas sufridas por el narcotraficante en su enfrentamiento con Morón y sus hombres. En una acción de alto riesgo, Catalina secuestra a un médico y le obliga a curar a su amado.

Tras haber recuperado el dinero y los pasaportes falsos, Duque y Catalina inician la huida. Sin embargo, se ven obligados a detenerse por las graves heridas sufridas por el narcotraficante en su enfrentamiento con Morón y sus hombres. En una acción de alto riesgo, Catalina secuestra a un médico y le obliga a curar a su amado.